jueves, 24 de octubre de 2013

Víspera de todos los Santos

O Halloween, llámalo como quieras. Al fin y al cabo es lo mismo, por mucho que nos empeñemos en decir que no. Sólo ha cambiado un poco la manera de celebrarlo.

Cuando era pequeña, mi madre ponía en el cuarto donde tenemos la lavadora unas velas. Ponía tres o cuatro. Una por su padre, otra por su madre, y las otras eran para el resto de familiares y amigos que habían fallecido.  Ahí las dejaba hasta que se acababa. Todavía sigue poniéndolas, solo que ha cambiado la ubicación, y el tipo de vela. 

Mi madre hacía buñuelos (qué ricos) y compraba panellets. Aquí todo se celebra comiendo.

Yo me las intentaba apañar para irme a Nuez con mis amigas. Esa noche salíamos a la peña, y contábamos historias de miedo. Nos íbamos a dar una vuelta hasta la puerta del cementerio (uuuhhh, qué osadas XD), y yo, que era muy cabrona, me lo pasaba en grande metiendo miedo a la pobre Vanessa (que también era muy cabrona, pero le podía el miedo jeje)

Me gustaba ir al cementerio. Los cementerios me han gustado siempre. Son muy tranquilos, me dan paz. Pero además, para todos los santos, estaba todo más arreglado, con más flores. Me gustaba ir con mi madre y mi tía, porque me contaban las historias de la familia. Luego, cuando iba yo sola, repasaba las tumbas, intentaba acordarme de todos bisabuelos, tíos, tatarabuelos y demás, que no se me olvidara ninguno.

Ahora, se vacían calabazas, se les dibujan caras y se mete velas dentro. El fin, el mismo que las candelas que ponía mi madre: Guiar a los muertos. Los niños van a coger caramelos por las casas. Pues eso, a comer dulces (como los buñuelos, panellets, huesos de santos...) Se disfrazan de cosas terroríficas. No se si se contarán historias de miedo o no, supongo que sí. Como yo.

Lo que yo digo: mismo perro, diferente collar.