Llega el fin de semana, y se estropea el tiempo. Qué bien. Y con este bochorno y este ambiente plomizo, la cabeza va a estallarme en cualquier momento.
Hoy me he ido con Alba y el peque a casa de Eva, a ayudarle a coser unas cosas para el espectáculo del día 19. Bueno... no se por qué digo ayudarle en plural. Yo no he hecho nada, aparte de comer las verduras al horno con queso de cabra que ha hecho (diossss, que rico estaba), e intentar que Javier no se abriera la cabeza en las escaleras. Claro, como en el piso no hay escaleras y en casa de mi madre están medio escondidas, cuando las ve aparentes lo flipa. Subiendo y bajando me ha tenido casi todo el rato. Ni merendar ha querido. Ni dormir la siesta.
Y despues no quería irse. "nonononono", decía moviendo el dedico mientras intentaba subir otra vez las escaleras. Qué disgusto al sentarlo en el coche, pobretico mío.
Y aquí estoy yo... a las 22:30, con dolor de cabeza, muchísimo sueño y las cervicales tan contracturadas que parezco robocop. Más bieeeeen. Creo que lo que mejor podría hacer es irme a dormir. Y mañana será otro día (sábado, para más señas :P).
Ah!!! y ya tengo el alta definitiva!! ole ole ole!
