lunes, 21 de abril de 2014

La jungla del parque

Yo entiendo que no soy una madre al uso. Por lo menos no me comporto como el resto de madres que suelo ver por el parque. A lo mejor es que si no juego con Javi y sus amigos a Javi le cuesta mas soltarse. O a lo mejor es algún tipo de síndrome de Peter Pan. 

Entiendo que no se puede estar constantemente pendiente de los niños. Y entiendo que los padres necesitemos airearnos, y mientras los peques juegan nosotros los adultos socialicemos con otros adultos. Pero lo que no puedo entender es que pasen de un niño que claramente reclama atención o necesita a sus papás por algo.

El otro día estaba con Javi jugando en la plaza. Estábamos con un amiguito de su guardería. La mama del amiguito estaba hablando con otras mamas. Le avisé de que me llevaba a su hijo un poco mas lejos y ahí estábamos los tres jugando con la pelota. De repente me di cuenta que había un niño sentado en el suelo llorando. Había un señor cerca hablando con el móvil, así que pensé que seria su padre y dejé de prestarle atención.

Un rato después vi que el niño seguía llorando, y que el que parecía ser el padre no debía serlo, porque estaba en a otra punta. Ahora el niño decía "mamita mamita" con mucha pena. Y me partió el alma. No había nadie que pareciera familia suya, nadie se acercaba a consolarlo. No había nadie cerca que pareciera pendiente de el. Así que me acerqué.

Le pregunté qué le pasaba, y me rechazó (normal. Soy una desconocida). Le dije que si quería venir a jugar a la pelota con nosotros, y miró de reojo pero sin dejar de llorar. Se me ocurrió proponer emocioadisima que por qué no buscábamos hormigas (a Javi le parece muy emocionante encontrar hormigas). Y con eso conseguí que dejara de llorar y se distrajera. Entonces se levantó un tío de un banco y se acercó un poco... Era el padre. No llegó hasta nosotros solo hizo un amago en plan "yo soy el padre, que haces con mi hijo?". Como vio que me levantaba y me iba (el niño ya no estaba desconsolado) sonrío y volvió a sentarse  la madre estaba a dos pasos y seguía sin enterarse de nada.

No seré yo quien critique la manera de educar de cada padre. Cada uno hace lo que puede y lo mejor que sabe. Nadie tiene la formula perfecta. Pero lo de no consolar a alguien que lo necesita, sea niño o mayor, me sigue partiendo el alma.