lunes, 17 de febrero de 2014

Por esos luchadores del día a día

Todo el mundo tiene detrás una historia. Hay historias bonitas y hay auténticas historias de terror. Pero lo importante no es la historia: lo importante es la manera de vivirla.

Hay dos personas importantes para mí que tienen tumores inoperables. Luchan como jabatos. Y a ninguno de los dos los he oído quejarse nunca gratuitamente. Si se quejan de algo, que ya os digo que rara vez lo hacen, es con razón.

A ella le preguntas: ¿Cómo estás? y te responde "estupendamente". Y la ves, tan guapa, tan sonriente... que te lo crees. Te olvidas que lleva peluca, te olvidas que lleva muletas porque no puede caminar bien, te olvidas que este verano tuvo quemaduras solares muy importantes en un pie, porque como no tiene sensibilidad no le dolía y no se dio cuenta. Te olvidas que las está pasando putas.

Cuando le dices que conmigo no se haga la fuerte, que no hace falta, dice que hay que apretar fuerte los dientes y tirar. Que no hay que agachar la cabeza porque si no se cae la corona de princesa. Que no soluciona nada quejándose, porque todo seguirá igual. Y siempre, siempre, saca un ratito para darme ánimos porque estoy desempleada, porque me agobio por chorradas o por que se yo.

A él no lo conozco en persona. Es mi amigo virtual. A veces lo leo agobiado por alguna cosa del día a día, y da la sensación de ser frágil, te apetece abrazarlo y protegerlo. Hacer lo posible porque no le pase nada. Pero luego rascas un poco más, y te das cuenta que es un superviviente. Que es una balsa salvavidas a la que agarrarse. Que cuando tiene un problema de los de verdad lo lleva con una entereza admirable. Y la última vez que le dije que le admiraba, que no sabía si yo podría llevarlo así de bien, me contesta que sí. Que todos podemos si nos llega el momento. Le dije que había gente que se quejaba más con menos motivo. Y me contestó que cuanto más se queja alguien, menos graves son sus problemas. Que los problemas graves cierran mucho la boca.

Así que esto va por ellos. Mi admiración, mi cariño, mi apoyo incondicional, aunque no les pregunte cómo están o no de señales en un tiempo. Cada día pienso en vosotros. Cada día me hacéis seguir, porque estamos vivos. Porque hay que seguir. Porque sois mi ejemplo a seguir.

No creo que lo lleguéis a leer... y supongo que por eso lo dejo aquí por escrito. Os quiero mucho L. y A.