viernes, 17 de enero de 2014

Me gusta leer

Mucho. Casi diría que a veces creo que soy lectora compulsiva. Leo todo: etiquetas de champús, prospectos, instrucciones de cualquier aparato electrónico, y por supuesto, libros.

Cuando empiezo un libro pueden pasar dos cosas:

1.-  Que no me enganche. Entonces no hay nada que hacer. Voy leyendo pero da igual parar con cualquier excusa y en cualquier punto del libro. No necesito llegar al punto y aparte, o al fin del capítulo. Eso es mala señal.

2.- Que me enganche. Entonces, simplemente desaparezco. Busco tiempo para leer por cualquier sitio, y entonces me olvido de que existo yo y el mundo. Todo a mi alrededor desaparece, sólo están los protagonistas del libro, los escenarios del libro. Y tengo que obligarme a dejar de leer para poder tener vida. A veces me cuesta. Se me hacen las mil leyendo, no encuentro momento ni lugar donde parar. Tengo que llegar al fin del capítulo, y no ver NADA del siguiente, ni el título ni nada, porque si no... sigo y sigo y sigo.

Por eso no puedo leer en el autobús. Porque todos los trayectos se me hacen cortos y  me jode tener que dejar de leer. No me vale con leer un par de páginas