lunes, 19 de agosto de 2013

Mis tatús


Un tatuaje es para toda la vida. Y a manera de no cansarte de él es que tenga historia, que no sea "de catálogo", o aunque lo sea, el motivo por el que te lo has hecho sea algo más que "porque mola".

Yo tengo cuatro tatuajes, y cada uno tiene su historia. Todos, hasta el más chapucero, tiene historia para mí. Y aquí están las cuatro historias.

El primer tatuaje fue el del delfín. En teoría se iba a los tres años, es de micropigmentación. Pero es lo que tiene hacerte tatuajes en centros de belleza... que no tienen ni puta idea de lo que hacen, aunque crean que sí. Tenía 17 años y fui al centro de belleza del pueblo. La moza me comentó lo de los tatuajes y cuando llegué a casa se lo dije a mi padre. Mi padre me cogió del  brazo y me llevó a hacerme uno a mí y otro él. Este fue de catálogo, porque la moza no sabía dibujar, sólo calcar. Y me dolió mogollón. Han pasado más de 3 años (y de 10), y está tal cual lo veis en la foto. Igual de chapucero que el primer día. No me lo borro, ni me lo tapo, para recordarme a mi misma que las cosas hay que pensarlas dos veces antes de hacerlas.

El segundo fue el de mi nombre. Después de mi primer cuadro de ansiedad-depresiva tuve una especie de reconciliación conmigo misma. Me encanta.

A los pocos meses le siguió el hada en la luna. Ese fue un poco de catálogo, un poco de imaginación. Tenía claro que quería un hada y una luna, así que busqué por internet a ver qué había. Encontré algo similar al que me hice y lo llevé al centro de tatuajes. Lo quería más pequeño, pero ya sabeis cómo son los tatuadores: ande o no ande... bien grande. Modificó el dibujo de internet un poco para que fuera más personalizado, y voilá!

Y el último, y el que más me gusta, es el sol con mi símbolo de horóscopo dentro. Sabía lo que quería, pero no sabía cómo expresarlo. Hablé con Ariel y le pedí el favor de que me hiciera algún boceto. Y a la primera acertó. Me encanta. Este me recuerda que siempre termina saliendo el sol. Siempre. Aunque a veces le cueste.