domingo, 23 de agosto de 2015

Montaña rusa

Así como la acampada llegaba a su fin, yo estaba eufórica y con mil planes en la cabeza: estudiar, darle a los idiomas (otra vez... esto es recurrente), retomar el salir a correr con más frecuencia, no como ahora que con suerte salgo un día a la semana... vaya, que venía yo con fuerzas.

Y aterricé. De morros. Me levanté el lunes con un nudo en el estómago. Seguí la semana con ansiedad en aumento, sin ganas de nada. No salí a correr. No abrí ni un libro. No he hecho NADA. Solamente lloriquear por los rincones y regodearme en mi miseria.

Hoy es domingo. Y estoy otra vez eufórica, con ganas de comerme el mundo. Con ganas de cambio. A ver si esta vez me dura.

Paciencia, gente. Paciencia